Los graves desafíos que enfrenta la educación rural están relacionados principalmente con la organización y la planificación del sistema educativo actual. Las nuevas normativas legislativas no abarcan garantir que la juventud se afiance al territorio ni habla de evitar la despoblación rural.
Los diseños curriculares se siguen basando en enfoques urbanos y de forma general, limitando la capacidad de los centros educativos para preservar la identidad territorial y favorecer el arraigo comunitario. Además esto va enlazado con las bajas oportunidades laborales, siendo insuficientes en el rural. Teniendo esto presente, se observa una clara necesidad de repensar las estrategias de las administraciones públicas, las organizaciones educativas y de los agentes sociales.
Esta claro que la educación rural debe asumir un papel activo para defender la vida rural, con la creación de proyectos centrados en el desarrollo comunitario y la cultura emprendedora, dejando a un lado la moda de adaptar los patrones urbanos, que tienden a invisibilizar la cultura rural. En esta misma línea, se debe dar valor a impulsar iniciativas que reconozcan la especificidad territorial, participando activamente en la transformación y sostenibilidad del medio rural.